Un caso de análisis

Este es un caso que me lleva dando vueltas a la cabeza un par de semanas y que me pareció  un buen tema para bloguear y de paso sonreír, porque el ser humano a veces tiene unos registros completamente sorprendentes. 

Es una historia verídica, tan real como la misma vida.  

 Saben ustedes de mi atracción por el estudio sociológico de andar por casa, especialmente si se trata de los hombres que rozan la edad de prejubilación/jubilación y que necesitan, como me dijo un amigo periodista, quemar el último pistón. 

Pero ojo, las mujeres tampoco nos quedamos atrás… No sé, si somos la costilla de Adán o la ecuación que nadie, a lo largo de la historia, ha conseguido resolver.

Pues bien, voy a los hechos. 

Los antecedentes.  Señor en edad de prejubilación y de buena posición, extranjero, que llega a vivir a Madrid acompañado de su esposa.

Eligen una buena casa unifamiliar en una urbanización de lujo, para instalarse a vivir. 

Pasa no demasiado tiempo, cuando él decide traer a vivir con ellos a su santa madre, suegra de su esposa.

Al año, este señor, encuentra una novia joven y esplendorosa a la cual, como civilizado y prejubilado que es, decide integrarla amable pero arriesgadamente en el seno familiar, llevándola a vivir con su mujer y su madre de él, que deciden por unanimidad, poner escalera por medio, instalándose a vivir, ambas en el sótano del chalé.  

  Allí abajo, esposa y suegra, planean venganzas varias contra su marido/hijo y contra la joven usurpadora.

Así pues, como primera acción contra el enemigo, deciden negarse a abrir la puerta a cualquiera que tenga que acceder a la casa, sea de mantenimiento, bombero o cartero, mientras la pareja del piso superior se encuentra trabajando. 

Como consecuencia de este acto, jardinero, mensajero, conserje, albañil o electricista, se ven obligados a llamar a la empresa del infiel, poniéndose toda la oficina al día de los líos familiares del jefe. 

La segunda venganza de las dos mujeres ofendidas, es que cuando la novia del marido se encuentra sola en la casa, o bien entra un hombre ajeno a la misma,  la esposa aprovecha las visitas para salir del «zulo» y pasear luciendo maduro palmito por toda la casa, en lo que todos conocemos por  «pelota picada».  

 Y es que, si una reina desbancada es peligrosa, dos, debe ser de «atarse los machos» y no digamos si se las mantiene en el sótano… 

 El caso es que las visitas a la casa, cada día son más numerosas.

Y curiosamente, este prejubilado que es posible que cualquier día sufra un fallo cardiaco, cuenta el anecdotario de su extraña vida familiar de manera jocosa.  

 Debe ser cosa de la edad… Y de extremidades en peligro de extinción.